El envejecimiento cutáneo es una parte inevitable de la senilidad, causada por una combinación de diferentes factores externos e internos que afectan a la velocidad y al modo en que envejece la piel. En personas con piel sensible los síntomas de envejecimiento prematuro pueden aparecer de modo más prevalente, dado el deterioro de la aptitud de la piel para protegerse y regenerarse.
En la piel sensible envejecida, las células muestran un déficit energético y, en consecuencia, llegan a ser menos capaces para regular la hidratación, la renovación y la propia protección. Este proceso puede aparecer cuando la función de la barrera cutánea está deteriorada y empeora por la disminución natural de niveles de sustancias como el ácido hialurónico, que hidrata las capas cutáneas, y la coenzima Q10, que renueva la energía de las células cutáneas para mejorar su función regeneradora.